El I Ching no es una obra de inmediata comprensión. Existe, por un lado, la posibilidad de aproximársele en forma práctica y consultar el oráculo, pero también puede recurrirse, por otro, a la psicología del inconsciente, como lo hizo C. G. Jung. La sistemática subyacente al I Ching llegará sólo a comprenderse cuando se descubra su parentesco con el pensamiento chino, con su lenguaje y con su universo de imágenes. Esa es la tarea que Hellmut Wilhelm, profesor de sinología de la Universidad George Washington de Seattle, realiza con brillantez en este libro.
El comentarista ahonda en la multiplicidad del sistema de relaciones del I Ching a lo largo de siete capítulos: el concepto del tiempo; el principio creativo; el sentido del acontecer; la «ciudad propia» como sitio de la creación; la interacción del cielo, la tierra y el hombre; peregrinajes del espíritu y la interacción de imagen y concepto.
Queda ahí demostrada la sorprendente actualidad del antiguo libro oracular y de sabiduría, combinación extraordinaria de razón y mística, al que no son ajenos elementos de la moderna teoría de la información o de la teoría de la «casualidad dirigida».
