Querida Virginia:
Un largo silencio se ha prolongado entre usted y yo; siempre re-cuerdo, nuestra amistad nacida en la Argentina, querida herma-na en triunfos y en el dolor; luego de darme una fiesta espiritual con su precioso y valioso Pregón de Marimorena, que llegó hasta este rincón con sus dos poemas del próximo segundo libro titulado Cien cárceles del amor . Mi corazón y el sueño del Abuelo Mon la elevan a las alturas de la fama como su padre, en la pintura, como sus tíos en el violín y en la guitarra.
Le auguro éxitos y sé que nada la hará cambiar de rutas: cante querida Virginia que Ud. es la única y primera figura entre su raza del Uruguay; en Los Ángeles se conoce su poesía, en el Oeste. ¿No canta más romanzas y lamentos? (…) Por amigos diplomáticos sé de usted, de sus tareas, y quiera Dios que este libro sea la llave que abra el cofre de dicha a la única negra va-liente y decidida que yo conozco en el Uruguay.
*Extracto de una carta de Gabriela Mistral
a Virginia Brindis de Salas.
